Una empresa privada y colectiva de finalidad pública
Las Radios Comunitarias de AMARC - URUGUAY son actores privados de propiedad
colectiva, que tienen una finalidad pública por lo que están ubicadas en lo
que se conoce como Tercer Sector
Las Radios Comunitarias se definen por su finalidad social y su programación
altamente participativa. Estas emisoras tienen como misión democratizar la
palabra para democratizar la sociedad.
Las Radios Comunitarias se pueden caracterizar como empresas sociales no
gubernamentales y no lucrativas.
Empresas sociales:
Sus titulares son grupos barriales, campesinos, comunidades y otras
organizaciones de la sociedad, quienes tienen derecho a asociarse para
gestionarla de forma democrática y sustentable.
No gubernamentales:
Las Radios Comunitarias no son parte del gobierno ni se confunden con el poder
del Estado. No responden a intereses de un partido político ni hacen
proselitismo religioso. Pueden trabajar con instituciones municipales y
estatales, políticas, sociales y religiosas, pero son independientes y
pluralistas.
No lucrativas:
Las Radios Comunitarias –organizadas como Cooperativas, Organización Civil
sin fines de lucro o similares en cuanto a la propiedad- reinvierten sus
ganancias en la misma emisora y en sus proyectos de desarrollo social. No
privatizan las utilidades al final del año fiscal. El capital acumulado no es
ni puede convertirse en patrimonio de sus ejecutivos. No hay herederos en las
empresas comunitarias. Éstas pueden recibir donaciones, tener patrocinios y
hacer publicidad como cualquier otra empresa de comunicaciones.
Características de las radios comunitarias:
Las radios comunitarias se definen por su rentabilidad sociocultural. Así como
hay lugar en el espectro para radios comerciales y para radios estatales, debe
haber espacio para emisoras que no pretenden la ganancia ni el proselitismo,
sino la construcción de ciudadanía, el ejercicio de derechos y el cumplimiento
de deberes con el objetivo de mejorar la calidad de vida de la gente.
Las radios comunitarias representan los intereses de su comunidad, sea ésta una
pequeña localidad o un amplio sector social. Pueden ser intereses barriales o
campesinos, sindicales o gremiales, étnicos, de género o de generación,
intereses de una comunidad universitaria o de un grupo de ecologistas, artísticos
o deportivos, intereses de los niños y niñas.
Las radios comunitarias pueden ser grandes o chicas, de corto o largo alcance.
Lo comunitario no hace referencia a un lugar pequeño, sino a un espacio de
intereses compartidos. Las radios comunitarias pueden trabajar con voluntarios o
personal contratado, con equipos artesanales o con el mayor desarrollo tecnológico.
Lo comunitario no se contrapone a la producción de calidad ni a la solidez económica
del proyecto.
Las radios comunitarias son espacios de participación ciudadana donde se
expresan todas las voces y se defiende la diversidad de idiomas y culturas. El
derecho a ser y pensar diferente, a tener gustos y aspiraciones distintas, se
vuelve hoy un imperativo de la democracia. El derecho a la diferencia implica el
deber de la tolerancia.
La defensa de los Derechos Humanos, la promoción del desarrollo humano, la
equidad de género, el respeto a las identidades étnicas, la preservación del
medio ambiente, el protagonismo de los jóvenes, la protección de la niñez y
de las personas de edad avanzada, la educación y la salud, así como la
integración nacional y regional, constituyen prioridades para las radios
comunitarias.
La participación de las mujeres en las radios comunitarias debe estar
garantizada en todos sus niveles. Esto supone, especialmente, mostrar una imagen
real y valorada de la mujer y asumir la perspectiva de género a lo largo de
toda la programación. Asimismo, asegurar la presencia equitativa de las mujeres
en la programación, así como también en los cargos directivos.
Las radios comunitarias son solidarias entre sí. Se hermanan, se apoyan
mutuamente, intercambian programas, planes y sueños. Más allá de las
diferencias regionales, todas comparten una misma misión democratizadora.
Montevideo, noviembre de 2004
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